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El culebrón de Pep Guardiola

bonel

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Usuario Mítico
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Laporta le presiona, pero el entrenador no quiere apresurarse con elecciones de por medio y nadie puede asegurar su continuidad
El técnico no tiene prisa por renovar con el Barcelona
Está meditando su futuro de forma muy seria. El dinero no es lo primero para él
El sábado, en la inauguración de la espectacular sala multimedia del Museo del FC Barcelona. El lunes, en la presentación del millonario y exótico acuerdo con Turkish Airlines, la compañía aérea con la que el club hará sus viajes internacionales. Aunque Pep Guardiola asegura que «el presidente sabe que no es el momento de hablar del tema» de su renovación, no hay comparecencia pública de Joan Laporta en la que no presione al técnico de Santpedor para que deje claro si seguirá en el club cuando acabe su contrato a final de temporada. Incluso le puso fecha. Sin hacer caso a la petición de 'clemencia' de su entrenador, apuntó que «en Semana Santa sería bueno saber quién será el entrenador la próxima temporada».
Guardiola no tiene prisa. El problema para él es que el asunto de su renovación es tan morboso, especialmente a pocos meses de las elecciones a la presidencia, que de forma inevitable ocupa un espacio mediático diario.
Su silencio no es una postura de cara a la galería. Está meditando su futuro de forma muy seria. En alguna ocasión ha dado una pista al insinuar que todo depende de la voluntad que tenga la plantilla de seguir mejorando y tener la ambición de ganar. En ese sentido no debería haber problemas pues tiene el vestuario a sus pies. Todos son conscientes de que están en un momento histórico al que deben sacar el máximo provecho posible para reconquistar títulos colectivos que volverán a repercutir en los premios individuales. Las lágrimas de Messi en el vestuario del Sánchez Pizjuán tras el K.O. copero son el mejor aval en este sentido: el 'Balón de Oro' y 'FIFA World Player' de 2009 no soportó caer en la primera competición en año y medio tras protagonizar un partido soberbio al que sólo le faltó el gol. Si la prueba de ambición que quería Guardiola la da el crack del equipo, todo debería ir sobre ruedas.
El proceso electoral también influye, por supuesto. Guardiola podría firmar cuando quisiera un contrato que lógicamente sería acorde al del mejor entrenador del mundo en estos momentos y que mejoraría sustancialmente el actual, un millón por temporada más objetivos, una broma al lado de los de Mourinho en el Inter, Ferguson en el Manchester United, Capello en la selección inglesa, Ancelotti en el Chelsea e incluso Pellegrini en el Madrid, por citar sólo cinco de muchísimos ejemplos. Pero él no quiere ser una carga económica para el futuro presidente, ya sea continuista, Sandro Rosell u otro. Y tampoco quiere que Laporta se apunte el mérito electoralista de haber conseguido renovarle antes de dejar la presidencia porque nunca hubo una buena química entre los dos, aunque sí un respeto laboral. Cuando Pep dedicó el Mundial de clubes y todos los títulos de 2009 a Evarist Murtra, uno de los muchos directivos que han dimitido en la junta en los últimos años y gran valedor de Pep como técnico, a Laporta no le sentó nada bien.
Más demacrado
Nadie duda de que todos los candidatos apostarán por él. Sin embargo a Guardiola le gustaría conocer los planes laborables del elegido. Sandro Rosell, que aparentemente parte como favorito para suplir a Laporta, le puso un caramelo en la boca al decir en diciembre que «sería ideal que Guardiola acabara siendo el Alex Ferguson del Barça». ¿Jefe de todo, a la inglesa? La idea podría seducir al técnico, que ha vivido algunos enfrentamientos en materia de fichajes con el secretario técnico, Txiki Begiristain, quien también se irá con Laporta con casi total seguridad.
Quizás el problema radicaría en el desgaste. Guardiola es un currante en su profesión, sus jornadas son muy largas. Ha perdido pelo, tiene más ojeras y está más demacrado en comparación a la imagen de su primera rueda de prensa. Eso ha implicado dedicar menos tiempo a su compañera sentimental, Cristina, y a sus tres hijos, Maria, Màrius y Valentina. La familia es muy importante para él y nadie puede descartar un parón sabático después de trabajar durante dos temporadas tan exigentes. El dinero no es lo primero para él.
Pero lo que sí parece descabellado es que deje el Barça para entrenar a alguno de los grandes de Europa que ya le están haciendo llegar jugosas ofertas a través de su representante, Josep Maria Orobitg. La más real es la del Manchester United, una opción de futuro, pero del lejano, no del inmediato, porque a día de hoy una cosa parece clara: será Barça o será nada.
 
Un tema que no le deveria preucupar a mucha jente por con esos extranjeros cualquier cosa es de esperar contal de formar un peliculon en fin........
 
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