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Entrevista al astronauta de la ESA Jean-François Clervoy: «Sí, hemos visto cosas inexplicables»

Inokwo

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“Algunas veces hay cosas que vemos y que no las reportamos, quedan como un secreto para nosotros. Puedes ser mal comprendido, dar una imagen frívola o que interpreten que has cometido un error, por eso nos lo guardamos...”


El francés Jean-Fraçois Clervoy (Longeville-les-Metz, 1958) es un hombre entre un millón. Astronauta de la Agencia Espacial Europea (ESA) e ingeniero aeronáutico de formación, ha viajado tres veces al espacio en los viejos transbordadores que están a punto de desaparecer, desde donde, por lo que describe, la Tierra parece un lugar maravilloso, mucho más emocionante de lo que nos resulta al resto de los mortales, que carecemos de alas y tenemos que conformarnos con una perspectiva limitada. Entrenado en la Ciudad de las Estrellas (Moscú) y en el Centro Espacial Johnson (NASA), ha sido compañero de promoción del cosmonauta español Pedro Duque y puede presumir de un currículum apabullante, que incluye 675 horas en el espacio y la reparación del fantástico telescopio Hubble. En tierra, tiene voz y voto para decidir quiénes serán los próximos astronautas europeos y es consejero delegado de Novespace, una empresa encargada de vuelos parabólicos que simulan la microgravedad.
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Por su trayectoria ha sido condecorado con la legión de Honor francesa. Si, como él dice, un astronauta es «un embajador de la Humanidad», no está nada mal tener a este hombre ahí fuera. Sin llegar tan lejos, ha visitado Madrid para participar en el acto de clausura de la presidencia de la capital española en las ciudades Ariane, una asociación de ciudades europeas con intereses comunes en materia espacial.
-Está a punto de despegar. ¿Qué siente? Escoja una palabra.

-Fantástico. Irreal.
-Son dos...

Es que te preguntas a ti mismo: ¿Soy yo el que está aquí? ¿Soy yo el que va a volar? Pero esa sensación solo aparece cuando tienes un momento de respiro, cuando no estás ocupado con algún procedimiento. Cuando tienes que trabajar, ya no puedes pensar. Además, previamente, durante muchos meses, has estado simulando lo que va a ocurrir, así que, de alguna forma, todo te resulta familiar.
-¿Qué recuerda de manera especial de sus tres viajes espaciales en el Discovery y el Atlantis?

-Ver la Tierra es algo que emociona especialmente. Es muy bella. Y la ves entera 16 veces al día.Una vuelta entera con un transbordador son 90 minutos, durante 45 estás en el hemisferio donde está el invierno, y los siguientes donde está el verano. Igual con respecto al día y la noche. Uno se enamora de nuestro planeta.
-En su tercer vuelo colaboró en la reparación del Hubble, el telescopio espacial que ha realizado algunas de las fotografías más espectaculares del Universo. En parte también se las debemos a usted (Clervoy manejó el brazo robótico).

-Esta será la misión que contaré a mis nietos cuando los tenga. Este sentimiento de haber contribuido al conocimiento de la Humanidad es muy importante para mí.
-Parece que la NASA ha renunciado definitivamente a volver a la Luna. ¿Es la decisión correcta?

-Bueno, la NASA, a lo que ha renunciado, es al programa «Constelation», que era una de las formas de ir a la Luna. Más que renunciar a ella, ha renunciado a colocar una base permanente sobre la Luna y considera que hay otros destinos que quizás tienen más interés.
-¿Cuáles son?

-Asteroides, Marte... Lo que está claro es que ésa será una misión en cooperación internacional. No tengo ninguna duda. Los dirigentes de las potencias espaciales van a reflexionar y ponerse de acuerdo en cuál es el destino futuro y cómo hacerlo juntos. En el caso europeo, nuestra contribución al programa espacial de vuelos tripulados está muy condicionada por lo que hagan EE.UU. y Rusia, pero tenemos una contribución activa, proponemos ideas. Europa juega un papel importante y los astronautas también participamos en este trabajo de reflexión.
-Si usted pudiera decidir, ¿adónde cree que deberíamos ir?

-Propondría una estación espacial que fuera visitable, en una órbita geoestacionaria -a 36.000 kilómetros girando alrededor de la Tierra-. Desde el punto de vista tecnológico y económico es posible hacerlo, y es una etapa natural como continuación a la ISS. Europa tiene la tecnología y la capacidad para liderar el proyecto. Uno de los problemas de los viajes espaciales fuera de la órbita baja, por ejemplo, ir a un asteroide o a Marte, es la radiación. En una órbita geostacionaria podríamos aprender mucho sobre este tema. Además, una estación ahí podría ayudar a resolver problemas de satélites operacionales y permitiría un programa de divulgación científica. También puede convertirse en un puerto en órbita.
«¿A Marte solo de ida? Inconcebible»

-Hace poco, dos científicos proponían enviar a Marte astronautas solo con billete de ida. ¿Lo cree posible?

No. Es inconcebible. Evidentemente, una persona que fuera a Marte tendría que ser un representante de la Humanidad, y alguien que acepta ir sin volver, un destino fatal, no representa correctamente a la Humanidad ni a sus valores. Algunos creen que esto ha sido una propuesta de la NASA, pero no es verdad. Creo que los mismos científicos que lo han propuesto no están convencidos. El escenario sería diferente si gracias a esto salváramos a la Humanidad, pero éste no es el caso.
-¿Tiene colegas que estarían dispuestos a participar en una misión semejante?

-Yo claramente no, ni tampoco ningún astronauta. Le aseguro que en una selección de astronautas, si alguien respondiera que sí está dispuesto, no sería elegido.
-Quieren gente sensata...

-Los astronautas son como embajadores de la Humanidad, y un embajador no es una persona que va y no vuelve. Y no nos engañemos, si somos capaces de llegar a Marte somos capaces de volver. Eso sí, antes de que llegue el hombre, deberemos ser capaces de traer muestras marcianas.
-Precisamente, usted conoce bien el experimento Mars 500, en el que seis voluntarios permanecen aislados 520 días, lo que dura un viaje a Marte.

-Es un experimento que va a ayudarnos mucho a vivir en condiciones de aislamiento, pero no es lo mismo que una misión a Marte. Por ejemplo, los participantes tienen un contrato que les permite abandonar en el momento en que ellos decidan. Obviamente, esto es imposible en una misión real. De momento, la convivencia entre los voluntarios funciona muy bien.
Por la supervivencia de la especie

-El cosmólogo Stephen Hawking ha dicho que si la Humanidad no coloniza otros planetas, está condenada al fracaso.

-Estoy completamente de acuerdo. De alguna forma, es como pensar en un bebé que empieza moverse. Sería imposible pedirle que no lo haga. Para su propia supervivencia, tiene ganas de explorar. Eso es parte de la genética del ser humano. Es importante aumentar nuestro conocimiento para aumentar la posibilidad de supervivencia de la especie, y para aumentar nuestro conocimiento una de las mejores formas es la exploración. La ESA es, posiblemente, de todas las agencias espaciales del mundo, la número uno en capacidad de exploración, como lo demuestra la sonda Huygens en Titán. Esta nave recorrió 1.400 millones de kilómetros para llegar hasta Titán y aterrizó con un error del orden de un kilómetro. Ningún otro objeto humano ha aterrizado tan lejos. Esto demuestra lo que se puede hace en Europa.
-Eso es fantástico, pero hay gente que se queja de que las agencias espaciales gastan cantidades exorbitantes.

-Los detractores dicen que el espacio es caro, pero no lo es. En Europa, el gasto que hacemos en vueltos tripulados es del orden de un euro por ciudadano al año. Si se compara con el gasto de la Seguridad Social, es una minucia. También creen que no sirve para nada, pero eso también es mentira. Más del 90% de lo que se invierte en ingenieros y científicos aumenta el saber hacer de la sociedad y esto es un beneficio extraordinario.
-En la última selección de astronautas de la ESA no ha habido ningún español. Usted pertenece a la misma generación de astronautas que Pedro Duque. Desde entonces, ¿qué nos ha pasado?

-Yo he participado en la última selección y había cantidad de españoles excelentes al final, pero es imposible tener uno por país. De todas formas, Pedro es un astronauta joven. En el 98 voló con John Glenn, que tenía entonces 78 años. Si hacemos esta asociación, tenemos Pedro Duque hasta el año 2040.
-¿Qué diferencias hay entre un astronauta de la NASA y uno de la ESA?

-Un astronauta de la ESA es más pluricultural, representa a todos los países miembros de la ESA. Nuestra formación tiene una espectro más ancho y tenemos un espíritu más global, mientras que en EE.UU la formación es más especializada.
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Vida extraterrestre

-Quizás le parezca una tontería, pero, como astronauta, me gustaría saber si cree que existe vida inteligente fuera de la Tierra.

No, la pregunta no es ninguna tontería. Por el momento, no tenemos certeza ni de que exista ni de que no exista. Cada uno puede tener una respuesta libre y válida. Personalmente, me gustaría creer que no estamos solos en el Universo.
-Volviendo a Hawking. El decía que, de existir una civilización inteligente, sería mejor evitar el contacto.

Bueno, yo tengo un carácter optimista y no pienso así. Si recordamos la historia de la humanidad, los conflictos han surgido por dos temas: supervivencia (comida) y religión. Si una civilización es capaz de llegar hasta aquí, seguramente ninguno de estos temas sería un problema.
-¿No hay rumores entre los astronautas de cosas que no puedan explicar?

-Sí, hay algo de eso. Algunas veces hay cosas que vemos y que no las reportamos, quedan como un secreto para nosotros. Por supuesto, son temas que no ponen en juego la seguridad.
-¿Temen que no les tomen en serio o que pongan en duda su capacidad o su equilibrio mental?

-Sí, puedes ser mal comprendido, dar una imagen frívola o que interpreten que has cometido un error, por eso nos lo guardamos.
-¿Ha cumplido sus sueños como astronauta?

-Mi sueño es volar el tiempo suficiente para conocer la Tierra de memoria. A mis amigos astronautas rusos les enseñas cualquier foto de la Tierra y te dicen exactamente dónde es y qué ciudad hay ahí. Yo quiero eso.

Fuente: ikerjimenez.com
 
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