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Análisis del Gran Premio de Corea

  • Autor mochuelillo
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Circuitos para pijos

El primer Gran Premio de Corea ya es historia. Pero las quejas continúan resonando: el circuito estaba inacabado. ¿Pero a alguien le importó de verdad la pista y la carrera? La Fórmula 1 ya no parece esa excursión familiar al campo para ver nuestro deporte favorito. Es como un inmenso escaparate sólo para millonarios pijos. Y si no hay yates de lujo, es un timo. Sin embargo, la carrera de ayer fue una de las mejores del año. ¿A quién le importa la comodidad de Emilio Botín?
Circuitos de verdad

Cuando había que ir al circuito madrileño del Jarama para cubrir una prueba automovilística, uno sabía que iba a terminar cansado de recorrer metros y metros de instalaciones grises y anticuadas, entre la sala de prensa y el podio, o entre alguna curva interesante y las gradas para inmortalizar al público. Eso cuando la lluvia no hacía acto de presencia para embarrarnos hasta las cejas. El panorama no mejoraba yendo como público: las "pelouses" son todas de tierra (sin ni siquiera césped), sin ninguna comodidad, y los accesos son pequeños montículos que casi parecen cerros, sin escaleras ni ningún material impermeable, sin rampas ni escalares. A pesar de estar situado al lado de una autovía en la capital de España, entrar al Jarama casi siempre deparaba una hora de cola en coche, más lo que tocara en la taquilla. Eso si teníamos suerte y dejábamos el coche en alguno de los aparcamientos donde imperaba más la anarquía, pese al buen hacer de los ayudantes del circuito, que se esmeraban y mucho por paliar el tráfico con eficiente organización. Pero pese a todo, pese a las incomodidades, pese a las precarias instalaciones que casi nunca se remodelaron, pese al barro en toda la ropa y hasta en la boca… Cuando regresábamos a casa lo hacíamos con una buena sonrisa de oreja a oreja: habíamos disfrutado del automovilismo como en pocos lugares se puede, con los bólidos zumbando a pocos metros de nosotros, y toda la magia de un trazado que se ha quedado pequeño, anticuado y deficiente, pero que sigue despertando la ilusión por este deporte en miles de aficionados y pilotos. Ningún Hermann Tilke podrá jamás, por muchos rascacielos de ciencia ficción o puertos deportivos que construya a pie de pista, igualarlo.
Vivan los circuitos "inacabados"

Hoy parece ser que un circuito está inacabado si no tiene un ultramoderno complejo de rascacielos circundando la pista, o un puerto deportivo con yates súper lujosos recordándonos que este deporte es sólo para millonarios, sólo por aquello de vender las entradas a precios desorbitados a los "pobres" y regalarlas a invitados VIP que podrían comprar parte de la pista misma. Hoy parece que si hay que atravesar un "agujero" en la verja para trasladarse de un lado a otro del circuito "es una vergüenza" intolerable. Hoy parece que lo más importante de un circuito no son sus curvas, su trazado, si hay posibilidades reales de adelantar o si algún sector es inédito y supone un enriquecimiento real a la temporada. No importa si la nueva pista está a la altura de otros circuitos míticos que han quedado en el olvido, como Paul Ricard, el viejo Hockenheimring, Zolder, Jacarepagua, Brands Hatch, Zanwoord, el viejo Interlagos, el original Zeltwerg, Kyalami, Adelaida… Hoy quizá suene descabellado llevar la Fórmula 1 a estos lugares, pero si este deporte se moviera por el espectáculo real sobre la pista en vez de por los millones que pagan los países por tener una carrera, quizá la Fórmula 1 no hablaría de aburrimiento, e invertiría el dinero en modernizar las instalaciones y la seguridad de estos viejos y maravillosos autódromos, pero sin tocar el trazado original. Entonces la Fórmula 1 seguiría siendo Fórmula 1, y no sólo un negocio para empresas multimillonarias y el sueño de un anciano que viaja en avión privado. La Fórmula 1 siempre fue un deporte para pudientes, pero imagínense al "pobre" Botín dando saltos por el barro del Jarama, tan cerca del público que escuchara los abucheos dirigidos a quien supera la crisis paseándose a sus anchas por los paddock del mundial de Fórmula 1 tras cobrarnos hipotecas prohibitivas por cuarenta años de duración por un piso de cincuenta metros cuadrados, y encima recibe ayudas económicas para poder salir de la "recesión". ¿Estaba el circuito de Corea inacabado? Para mí, en realidad (y aunque no estuve allí) estaba demasiado urbanizado.
El timo del coche de seguridad

Pero centrándonos en la carrera, volvimos a ver un espectáculo maravilloso, que nos sigue enganchando a este deporte especial. Desgraciadamente, la lluvia estropeó la primera parte de la carrera, junto con la FIA y su extraña decisión de sacar el coche de seguridad durante diecisiete vueltas. Vale que el asfalto estuviera impracticable, que fuera peligroso, que no se pudiera rodar… ¿Entonces qué necesidad había de gastar diecisiete vueltas detrás del coche de seguridad? ¿Es la manera de secar la pista: hacer rodar a los monoplazas para que levanten el agua y lo quiten del asfalto? Extraña forma de invertir cientos de euros en una entrada en las gradas: ver a veinticuatro bólidos rodando a paso de tortuga para secar una pista de carreras. Antaño se sacaba la bandera roja y se retrasaba la carrera una, dos o tres horas hasta que salía el sol. Pero claro, como la FIA programó un horario rozando el crepúsculo, había demasiadas prisas por que no se hiciera de noche… y aún así se hizo. El circuito de Corea no fue el problema ayer; lo fue, una vez más, la FIA.
Sigue siendo el rey

Centrándonos en el resultado puramente deportivo, Fernando Alonso demostró una vez más que sigue siendo el rey. Fue capaz de mantenerse en la pista pese a la cantidad de coches de seguridad y accidentes que asolaron a su alrededor. Fue capaz de mantenerse siempre en la pista, sin cometer un error, incluso paliando la pérdida de la segunda posición en los boxes por un error en el montaje de una de las ruedas de su F10. Aunque es cierto que si ambos Red Bull no hubieran abandonado, quizá la victoria habría sido más complicada. Pero el español estaba presionando consistentemente a Vettel justo antes de su abandono por rotura, por lo que habríamos tenido un bonito duelo en los últimos compases de la carrera que nos habría sacado de dudas sobre el rendimiento del RBR en comparación con el Ferrari. Y aún así, Ferrari ha demostrado que está ahí, rápido, fiable y estable. La Scuderia no se equivocó apostando por el español, que está viviendo una de sus mejores épocas, a un paso de su tercer título mundial, más especial si cabe por estar vestido de rojo. Ayer, sobre la nueva pista coreana, Fernando Alonso demostró que siegue siendo el rey, el más sereno, sabio, maduro y veloz (se llevó la vuelta más rápida de la carrera). Una vez más, los "anti-alonsistas" demostraron lo poco que saben de Fórmula 1.
RBR, el sueño se desvanece

Por su parte, Mark Webber volvió a decepcionar con un accidente carísimo, que quizá justifique la supuesta apuesta de RBR sobre Vettel en detrimento del australiano. Sebastian fue muy criticado por el accidente en Bélgica contra Jenson Button, pero la maniobra del australiano tampoco le deja en un buen lugar. Red Bull está perdiendo un mundial que parecía tener a tiro de piedra. Los problemas de fiabilidad que afloraron en la primera carrera del año no se han solucionado, pese a que el equipo aseguró estar trabajando duramente para resolverlos. Sólo quedan dos carreras y en RBR se ven caras muy largas. El sueño de repetir el milagro de Brawn GP podría ser sólo un espejismo roto para ellos, después de todo.
Viva el barro; abajo los rascacielos

Es posible que en el Jarama, en 1981, nadie fuera capaz de adelantar a Gilles Villeneuve, formándose un tren detrás de él que no pudo superar al canadiense. Hoy, quizá, nos quejaríamos de que la pista no daba opción de adelantamiento. Pero en vez de eso, por alguna "extraña" razón, se recuerda aquella carrera como una de las mejores no sólo del añorado Villeneuve, sino de toda la historia de la Fórmula 1. Y no había ni rascacielos, ni mar, ni yates… Pero sí mucho barro.

La nueva pista de Hermann fue sorprendente: sigue manteniendo el aburrido concepto de siempre en sus proyectos (curvas de todo tipo sin cesar, sin prácticamente curvas a fondo, sin peraltes realmente importantes ni eses veloces y largas), pero tiene la base para convertirse en un clásico en el futuro. O quizá sólo fue la lluvia la que enmascaró su aburrimiento. Eso no lo sabremos hasta dentro de un año, cuando la Fórmula 1 regrese aquí y comprobemos si el sol brillará sobre un puerto deportivo o sobre una pista que nos ofrezca una carrera realmente excitante. Hasta entonces, viva el barro.
Redacción - Héctor Campos - Infomotor Netowork, SL
 
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