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Análisis del Gran Premio de Abu Dhabi

  • Autor mochuelillo
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El sol volverá a salir

Sería muy fácil echarle la culpa a Ferrari. Sería muy fácil pedir la dimisión de Montezemolo. Sería muy fácil mirar sólo a Domenicali. Sería muy fácil decir que Alonso estuvo impecable y que la Scuderia destrozó sus opciones al tercer título mundial. Pero si lo hiciéramos, caeríamos en la misma trampa meticulosamente preparada por Red Bull; porque Fernando Alonso forma parte de Ferrari como el que más. Que Sebastian Vettel haya ganado y Fernando Alonso haya perdido es el resultado de todo un año y diecinueve carreras. Porque Fernando Alonso es Ferrari.
Fernando Alonso es Ferrari

Sí, Ferrari se equivocó. Sí, la estrategia fue patética. Sí, Alonso perdió por ello. Pero no, no podemos echar a los leones a todo un equipo. Sobre todo porque el propio Alonso forma parte de él. Y es que jamás se ha visto tan unido a Alonso con sus propios compañeros. Con Renault no le importaba lavarse las manos y hacerles responsables de sus errores; con McLaren simplemente perdió completamente la confianza públicamente; pero con Ferrari usa el pronombre 'nosotros' en cada nota de prensa, en cada declaración, en cada frase. "Hemos ganado", "hemos perdido", "nos hemos equivocado"… Aunque hasta Montezemolo (cuya cabeza ya piden hasta los ministros de Berlusconi –lo cual no habla muy bien de la seriedad del gobierno italiano) ha exculpado totalmente al español y asume que es el equipo el verdadero culpable. Pero ha cometido el error de diferenciar al piloto del equipo; ambos deberían estar unidos, ser uña y carne, para lo bueno y para lo malo.
Petrov pagó la rabia de Alonso

En momentos de rabia, como anoche, era muy fácil buscar una cabeza de turco contra quien descargarse. Quizá el propio Petrov fuera la de Alonso. Pero por mucho que Fernando le recriminara su excesiva defensa en su puesto, el ruso lo hizo perfectamente. "Parecía que se estaba jugando la vida", declaró visiblemente molesto Alonso. Pero sí, efectivamente, Petrov se estaba jugando su vida: muy cuestionado y con un contrato sin definir con su escudería, el ruso quería demostrar que era capaz de contener a un Ferrari; y lo hizo. Desgraciadamente para Fernando Alonso no era ni el lugar ni el momento oportuno, pero Petrov no puede dar el intermitente, echarse a la cuneta y tenderle una alfombra roja. Así son las carreras y cada uno se juega la suya.
La maldita calculadora

Todo salió mal, aseguran en Ferrari. Todo salió mal desde el principio. Con una parrilla en la que Fernando prácticamente sólo tenía que mantener su puesto, el equipo Ferrari falló desde que se apagaron los semáforos rojos: en vez de afrontar Abu Dabi como una carrera más, intentando dar lo máximo, echaron mano de la maldita calculadora. Esa misma calculadora que se empecinaron en obviar durante toda la temporada, asegurando que ellos sólo harían números en Abu Dabi. Maldita la hora: cuando esa calculadora se encendió en el box de Ferrari sólo lo hizo para desarrollar una estrategia extremadamente conservadora, vigilando a Mark Webber y pasando olímpicamente de Sebastian Vettel, aun sabiendo que salía primero y tenía opciones de ganar el mundial. La obsesión por marcar a Webber les hizo calcar su estrategia. Y eso, con un coche de seguridad en la primera vuelta (una de las situaciones que más pueden cambiar una carrera) era demasiado arriesgado. Significaba que si Red Bull se equivocaba con Webber, Ferrari se equivocaría irremisiblemente con Alonso. Y así fue: ambos cayeron al fondo del pelotón por detrás de coches y pilotos inferiores. En lo que no pensó Ferrari es que Red Bull contaba con otro aspirante: Sebastian Vettel. Y ahí, justo ahí, terminó todo. Según el sol iba cayendo por el horizonte, fueron cayendo los sueños de Ferrari. Vettel, ajeno a cuanto pasaba detrás, marcó un ritmo perfecto, casi endiablado, sin dar ninguna opción a Lewis Hamilton (tremendo el error del inglés de McLaren perdiendo casi un segundo y medio intentando adelantar a Vettel con bandera amarilla antes de irse el coche de seguridad). A Red Bull le salió mal la estrategia de Webber, pero tampoco les importaba mucho: Ferrari había picado el anzuelo y Vettel era campeón. A pesar de las críticas, que si órdenes de equipo, que si benefician a Vettel en contra de Webber… si hubiera sido por las manos de Mark quizá hoy no estarían celebrando nada. Porque es muy fácil criticar desde casa, pero sobre la pista RBR ha logrado ambos mundiales. La calculadora funcionó bien en Milton Keynes y mal en Maranello: sopesaron cuántos puntos como máximo podían perder, en vez de cuántos podían sumar.
Vettel, un digno campeón

No queremos decir aquello de que, pese a todo, Alonso es el mejor piloto actual; un tópico muy fácil de cometer para la prensa española (ya ha caído más de uno), porque quien ha ganado es Sebastian Vettel, y él es el campeón mundial. Y no es el fin del mundo, señores, porque si no, no existiría el campeonato del mundo y se entregaría el título a quien la prensa considere el mejor. Pero así no funciona este deporte, afortunadamente. Todo es mucho más complejo y divertido. Y, como el propio Fernando Alonso ha dicho a lo largo de las temporadas: al final gana quien se lo merece. Y ese ha sido, este año, Sebastian Vettel. Un piloto rápido, capaz, con ese toque de locura de juventud que siempre viene bien. ¿Quién no pudo emocionarse con sus lágrimas en el podio de Abu Dabi? Esto es deporte, y hay que saber perder. Vettel sorprendió a todos cuando ganó en Monza bajo la fría lluvia italiana en 2008 a los mandos de un vetusto Toro Rosso. Entonces caía bien a todo el mundo. Pero como bien dijo Michael Schumacher allá por 1994: si no ganas, eres simpático; pero cuando empiezas a ganar eres el malo de la película.
Lección para Webber

Por otro lado no le está mal empleado a Mark Webber. El australiano ha sido el ojito derecho de los aficionados después de los supuestos tratos de favor de Red Bull a Sebastian Vettel, magnificados aún más en España por empatía a lo que McLaren le hizo a Alonso en 2008 (nada que ver…). Pero, en realidad, nunca hubo órdenes de equipo. Lo del alerón de Webber entregado a Vettel se exageró hasta magnitudes extremas, pues fue una maniobra típica en cualquier equipo desde hace décadas. Vettel ha demostrado ser un gran piloto que ha cometido errores de juventud, como es normal, pero ha ido madurando hasta el último kilómetro. Webber, otro gran piloto, tiene ya los años suficientes como para evitar errores como el de Australia (llevándose por delante a Hamilton) Valencia (llevándose por delante a Kovalainen) o Corea (saliéndose solo cuando iba en cabeza). Tampoco estuvo muy afortunado con su famosa frase tras ganar en Gran Bretaña: aquella autoproclamación como segundo piloto ante una audiencia mundial millonaria fue una bofetada muy fea a su propio equipo, y nada madura. Porque, a fin de cuentas, en última instancia, después de todo, un piloto tiene que sentirse bien en un equipo, y hacer que el equipo se sienta bien con uno mismo. Y si hay desavenencias, hay que hablarlas en privado. ¿Y el gesto de Vettel insinuando que Webber está loco, en Turquía? Igualmente condenable; fue un gesto feísimo. Pero Vettel tiene 23 años y toda una carrera por delante. Webber, 34.
Más rojo que nunca

Intentemos sacar algo mínimamente positivo de la derrota de Fernando Alonso ayer: quizá así nos hemos librado del linchamiento que muy probablemente la prensa inglesa ya tenía preparado contra Fernando Alonso, por aquello de Hockenheim. No le perdonaron, y querían que, de ganar, Alonso lo hiciera por más de siete puntos. Pero visto cómo se desarrolló el Gran Premio, eso habría sido prácticamente imposible, aun con una estrategia acertada de Ferrari. Así que, por lo menos, no tendremos que escuchar las descalificaciones de los 'prestigiosos' diarios ingleses y sus 'sutiles' ironías, desprestigiando un título que, a todas luces, habría sido más que merecido. Porque Fernando Alonso ha demostrado ser un gran piloto, de los mejores que existen hoy en día. Un piloto que no se limita a rodar y rodar en cabeza si le dan un buen coche, sino que 'construye' a su alrededor un equipo fuerte, competitivo y capaz de todo, que analiza cada detalle, cada dato, cada posibilidad… Así son los grandes pilotos: desarrollando el monoplaza a lo largo de la temporada cuando ésta ya parecía perdida, y mejorando un equipo a lo largo de los años de sequía. Por eso sabemos que el año que viene volverá con más fuerza que nunca en un Ferrari más rojo que nunca.
Hoy se enciende la luz

Se apagan las luces de Abu Dabi. Ha llegado la madrugada y no queda nadie en el circuito. La noche manda desde hace horas. Los ordenadores están apagados; y los neumáticos, fríos. Todo es negro. Todo es frío. Ni champán ni trofeos. Ni risas ni abrazos. Sólo queda una luz que tenuemente ilumina un rincón solitario del paddock. Una luz blanca en una ventana abierta sobre la que se dibuja una silueta peculiar. El ruido del último coche abandonando el circuito resuena a lo lejos. El olor a neumático quemado hace tiempo que se disipó en el aire. Los restos de una fiesta ajena se esparcen por el suelo. Pero la silueta se mueve: se ha puesto una gorra. Es hora de empezar a trabajar en el mundial. Hágase la luz.

Y salió el sol.
Redacción - Héctor Campos - Infomotor Netowork, SL
 
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