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Resumen de la temporada 2010. Capítulo 2º

mochuelillo

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"Arranca la temporada más extraña de la historia"

Si la Fórmula 1 es aburrida, viva el aburrimiento. 2010 ha sido una temporada llena de sorpresas, emociones y polémicas. Desde la inestabilidad de Red Bull a la agónica remontada de Ferrari. Desde las peleas de Vettel y Webber a las cuestionables decisiones de la FIA.

Desde la lluvia de China al calor de España. Rock & Roll, samba y tristes baladas que dieron ritmo a una primera parte de un año inolvidable. ¿Recuerdan cómo empezó todo? Hoy, tras conocer el desenlace, recapitulamos para verlo todo desde otro punto de vista. Bienvenidos al nuevo mundial 2010 de Fórmula 1.
Bahréin, el sol es grande y rojo

Viernes, 12 de marzo de 2010. Sobre la pista de Bahréin, la primera carrera del año, Fernando Alonso y Sebastian Vettel 'juegan' en los entrenamientos libres a perseguirse. Ellos no lo saben, pero esa misma situación se repetirá en la última carrera de la temporada: ellos fueron desde el principio los favoritos y los más correosos, y acabaron luchando por la victoria mundial. Pero en Bahréin nadie pensaba en eso: era la primera carrera y había demasiadas novedades en las que preocuparse; el mundial casi pasaba a segundo plano. Desde la misma salida, Alonso quiso dejar claro quién mandaba en Ferrari: adelantó a su compañero de equipo en la primera frenada de forma magistral. Por delante, sólo el Red Bull de Sebastian Vettel, inalcanzable en la clasificatoria y en la carrera. El joven piloto de Red Bull estaba dispuesto a hacer realidad el sueño de convertirse en campeón del mundo, y para eso quería empezar con buen pie desde la primera carrera. Vuelta tras vuelta, completó kilómetros de forma concisa. Su bólido se había rebelado como la sorpresa del año en la primera cita. Nada podía detenerle. Nada, excepto un problema mecánico. Ese fue el primer síntoma que dejó al descubierto el punto flaco del equipo de Christian Horner: la fiabilidad. El RBR fue perdiendo progresivamente velocidad hasta dejarse adelantar por ambos Ferrari. Fernando Alonso pisó el primer escalón del podio en su primera carrera con Ferrari. El color rojo inundó de ilusión los corazones de los tifosi, mientras el resto de los aficionados y expertos se preguntaban si la Fórmula 1 no había perdido emoción ante la escasez de adelantamientos y luchas vistas sobre la pista. La siguiente cita, en Australia, iba a cerrarles la boca. De momento, el gran sol de la Fórmula 1 era rojo y proyectaba la silueta de un caballo rampante. Maranello, España, Montezemolo y Botín no podían estar más contentos. Pero claramente se había demostrado que los coches rojos no eran los más veloces. Massa completaba el segundo escalón del podio de un doblete rojo inesperado. Fernando se sentía cómodo y líder de un proyecto sólido: "Estamos listos para luchar. Queremos ser campeones del mundo en noviembre, no en marzo. El doblete significa que tenemos un coche muy competitivo".
Australia, "rock & roll"

Melbourne es sinónimo de emoción y carreras inolvidables. El ritmo de este frenético 'rock & roll' lo marcó Red Bull con su doblete en la parrilla de salida, con Vettel por delante de Mark Webber y Fernando Alonso. La lluvia puso la pizca de incertidumbre justa, aunque no la suficiente para ahogar el ambiente. En la primera curva, la decepción la protagonizó Fernando Alonso, tocándose con Jenson Button al cerrarse sobre el de McLaren en el primer vértice. El español quedó último con demasiado tiempo perdido como para pensar en un buen resultado al final de la carrera. Pero el español raramente se rinde, y apretó los dientes con fiereza. Cómo recuperó quince posiciones en poco más de treinta vueltas es algo que sólo viendo el vídeo de la carrera se puede comprender. Con coraje y determinación, el español fue adelantando y subiendo posiciones. El coche de seguridad por el terrible accidente de Kobayashi desbarató las estrategias. En su remontada, Alonso se encontró con su compañero de equipo, Felipe Massa, en plena lucha con Lewis Hamilton. Intentar sobrepasar a Felipe en un momento crítico le costó el puesto sobre Webber. Desde el box de Ferrari se escuchó una frase que entonces pasó desapercibida, pero que en el Gran Premio de Alemania, meses más tarde, iba a desatar la mayor polémica de la temporada: "Felipe, Fernando es más rápido que tú". Entonces no fueron órdenes de equipo, pues Massa mantuvo su posición por delante del español hasta la línea de meta. El brasileño quería auto reivindicarse y, tras su accidente en Hungría el año pasado, demostraba que estaba en plena forma. Al menos, eso parecía.

Mark Webber quiso lucirse ante su público, pero no fue su día: tras adelantar perfectamente a Felipe Massa, Lewis Hamilton aprovechó para colársele como un avión. En la segunda frenada del circuito, Webber trató de aguantar la posición al McLaren por el interior, pero se pasó de frenada saliéndose recto de la pista y cruzándose en la trazada del inglés, que fue de nuevo superado por Felipe Massa sin comerlo ni beberlo. Las opciones de Red Bull las tenía de nuevo Sebastian Vettel en primera posición… Pero, de nuevo, todo se fue al traste: un problema en los frenos y el alemán acabó en la grava. Segunda carrera y segunda victoria tirada a la basura por la nula fiabilidad del RB6. El alemán no lo podía creer. Sin Vettel, Mark Webber era la única opción del equipo, pero el australiano no supo dominarse: tras una buena remontada, se encontró con Lewis Hamilton tratando de superar a Fernando Alonso, que sufría degradación en sus neumáticos. El trío habría dado momentos inolvidables. Alonso aguantaba al McLaren como podía, sin prácticamente opciones, por culpa de unos neumáticos excesivamente gastados a esas alturas de la carrera. Hamilton estaba pletórico, casi disfrutando del momento, metiéndole el morro a Alonso en cualquier oportunidad. El adelantamiento era cuestión de tiempo. Pero, justo cuando el McLaren iniciaba la maniobra para intentar sobrepasar al Ferrari definitivamente, Webber se pasó de frenada y se llevó por delante a Hamilton, sacándolo de la pista y condenando su carrera a la sexta plaza. Él, por su parte, caía al noveno lugar. Alonso, el gran beneficiado, veía la trasera del monoplaza de su compañero de equipo: era cuarto, y así entró en la meta. Casi sin creerlo, el español seguía siendo líder del mundial, pese al trompo de la salida y una carrera muy complicada. En sus declaraciones no ocultaba su incredulidad al estar en lo más alto de la clasificación mundial. Red Bull, mientras tanto, se retiraba consternada a reflexionar. Button conseguía su primera victoria con McLaren; revalidar el título mundial seguía estando en su mente. Fernando Alonso opinaba: "Tenemos que tener los pies en el suelo. Red Bull está un poco por delante del resto. Pero una cosa es tener el coche más rápido y otra ganar carreras".
Malasia, territorio Red Bull

El sábado 3 de abril, la lluvia quiso reírse de la Fórmula 1. Y lo hizo: un aguacero que pilló desprevenido a los grandes equipos que, incrédulos, se quedaron sin minutos ni buenos tiempos para la parrilla. Sólo Red Bull Racing supo aprovechar la situación y colocó de nuevo a Vettel primero en la parrilla, con Webber en tercera posición. El resto, esperpéntico: Fernando Alonso, decimonoveno; Felipe Massa, vigésimo primero; Jenson Button, decimoséptimo; Lewis Hamilton, vigésimo… Arriba, hombres acostumbrados al pelotón abrían la carrera: Sutil, Hulkenberg, Kubica, Barrichello…

Pero la carrera fue completamente seca, y las primeras posiciones se estabilizaron. Vettel y Webber firmaron por fin su primer doblete. Vettel ganaba tras dos carreras aciagas, y disfrutó de una explosión de alegría y un gran peso quitado de encima. Red Bull demostraba efectivamente, con datos y resultados, que era el más fuerte. Al fin, podía hacerlo. Las peores preocupaciones para Ferrari y McLaren se confirmaban: el RB6 era un avión que, si los pilotos no lo saboteaban y la fiabilidad no le traicionaba, era capaz de dejar en pañales al resto de la parrilla. Alonso abandonó por rotura de motor en plena lucha contra Jenson Button. El español tuvo que pilotar toda la carrera con problemas en el embrague, por lo que no pudo darlo todo sobre la pista. Tras su retirada, aseguró, no se sintió muy apenado, pues sólo rodaba noveno y hubiera sumado un mísero punto. Con todo, el español de Ferrari no dudó en calificar esta prueba como la carrera más dura de su vida. Massa se ponía al frente del mundial, con Fernando detrás. El español no podía más que lamentar este fin de semana, al tiempo que creía que Mercedes GP daría una sorpresa que, al final, nunca llegó: "Ya sea Nico o Michael, volverán con fuerza en algún momento del mundial..."
China, Red Bull hace aguas

Los nervios pueden jugar una mala pasada en cualquier momento a cualquiera. Hasta los mejores se equivocan. Como Fernando Alonso, tercero en la parrilla detrás de los dos Red Bull (otra vez, en las primeras posiciones), que fue demasiado optimista y aceleró antes de que los semáforos rojos se apagaran, ganándose una penalización que le mandó al pelotón. Pero si alguien creía que Fernando no tenía ya nada que decir, se equivocaba…
China acogía la cuarta carrera del año de forma impredecible: la lluvia amenazaba con caer desde la misma salida, aunque respetó parcialmente sólo las dos primeras vueltas. El accidente de Liuzzi motivó la salida del coche de seguridad. El lío de cambio de neumáticos anticipado por la situación animó la primera mitad de la carrera. Durante las paradas, Hamilton protagonizó el incidente absurdo del día, emparejándose con Vettel todo el carril de boxes, incluso derrapando, jugando con la vida de los mecánicos de otros equipos. Como en Malasia, cuando el inglés jugó con Petrov zigzagueando por toda la recta principal, no hubo penalización alguna. Tras la tercera vuelta, la lluvia convirtió la carrera en una locura: en la resalida, Lewis Hamilton adelantó a Mark Webber echándole de la pista en la última curva. De nada sirvieron tampoco las quejas del australiano: Lewis salía airoso sin sanción. Las posiciones mezcladas crearon una situación irreal que se fue estabilizando y normalizando a medida que la carrera transcurría. Vueltas más tarde, Fernando Alonso adelantó sobre el mismo carril de desaceleración a Felile Massa, echándole fuera de la pista. El español quería entrar antes que su compañero de equipo, a quien había alcanzado tras una fantástica remontada sobre la pista, para así no perder tiempo en los boxes. Era parte clave de su plan para recuperar tantas posiciones como fuera posible después de que la dirección de carrera le sancionara por su salida adelantada. Fue así como pasó del decimosexto puesto a las puertas del podio: cuarto. Red Bull perdió otro doblete por estrategia y mala negociación de carreras difíciles, esta vez, sobre mojado. Aún así, Horner asegura que, de no ser por la lluvia, habrían sido inalcanzables. Pero no lo fueron: hasta el Renault de Petrov se atrevía a pasar a Mark Webber a dos vueltas del final. Red Bull hacía aguas y ambos McLaren aprovecharon la situación para firmar un doblete inmaculado. Button, nuevo líder provisional del mundial, soñaba con renovar su título. Pero la alegría sólo le duró dos carreras. 
Fernando Alonso: “En estas carreras pasa de todo. Hicimos cinco cambios de neumáticos. Cometí un error fatal en la salida que nunca había cometido. No estamos preocupados por los motores. Tampoco lo estamos por el conducto de aire [F-duct] que no hemos montado en la carrera. De momento, esto es lo máximo a lo que podemos aspirar en condiciones normales.”
España, territorio rojo

España ya no es azul. A pesar del deseo de Fernando Alonso de que la afición de su tierra mantuviera los colores de Asturias, las gradas de Montmeló se tiñeron de rojo para celebrar el dúo Ferrari y Alonso. Un dúo que partía cuarto en el Gran Premio de España, bajo un clásico y sofocante sol. Los Red Bull salían primeros, para no variar, con Webber por delante, esta vez. Era la quinta Pole Position para RBR. Pero no sería la carrera de Vettel que, igual que en Australia, acusaría un problema en los frenos que le dejó fuera de combate. Tras una lucha estratégica que perdió al salirse de la pista en la primera curva, al emparejarse con Lewis Hamilton, Sebastian tuvo que ceder también ante Fernando Alonso tras pasar por boxes para intentar solucionar sus problemas mecánicos. Eso dejó al español tercero, en el podio. E iba a haber más: un reventón en el neumático delantero izquierdo acabaría con el segundo puesto de Hamilton contra las barreras de seguridad. El milagro se materializó: Fernando era segundo y se acercaba al empate entre Webber y Vettel en la primera posición provisional del mundial. Puede que el mundial estuviera monopolizado por los Red Bull, pero las gradas de Montmeló ondearon con Fernando Alonso. Mark Webber era alzado por su equipo con una gran sonrisa en los labios; aún se sentía respetado por los suyos. Pero, a pesar de todo, Red Bull no lideraba ningún mundial. Eran los más rápidos, pero algo fallaba. Y, aún así, su fuerza asustaba al resto de la parrilla: "Serán intocables", aseguraba Alonso. "Han sido muy rápidos y nos será muy complicado a todos alcanzar sus tiempos".
Mónaco, el Webber más feliz

Los añicos del Ferrari esparcidos por Massenet el viernes no auguraban una buena clasificatoria. Pero pocos creían que fuera a ser tan mala: Fernando Alonso no salió a la pista el sábado. El accidente en los libres fue demasiado fuerte y su monoplaza no estuvo reparado a tiempo. Un nuevo error sumado a la colección de Alonso que le alejaba del mundial. Sin Alonso, Robert Kubica sorprendía en la clasificatoria con un segundo puesto que desconcertó a los Red Bull. Mark Webber firmaba la Pole y se encaminaba a protagonizar una de sus mejores carreras en el difícil y mítico trazado monegasco. Vettel no quería perdérselo, y en la misma salida adelantó al Renault, colocándose segundo en la primera frenada. Alonso, que salía que boxes, empezó una diabólica remontada tras arriesgar y parar en la segunda vuelta. El español sabía que iba a rodar setenta y siete vueltas con los mismos neumáticos; una locura… o una genialidad. Jenson Button perdía el liderazgo del mundial de pilotos al romper su motor bajo el régimen del coche de seguridad. Los dos Red Bull, sin contemplaciones, volvían a la cabeza sin prácticamente amenazas, perseguidos de lejos por el amarillo Renault de Robert Kubica, que aguantó perfectamente el técnico trazado urbano. Las ocho primeras posiciones no cambiaron en toda la carrera. Así pues, sin adelantamientos en la cabeza, la diversión la puso el Ferrari de Fernando Alonso, adelantando desde el fondo del pelotón. Sí, eran coches de 'segunda categoría'; sí, llevaba un Ferrari; pero sí: hay que tener el valor de hacerlo. Es muy fácil hablar desde casa, pero jugarse la vida en un trazado tan peligroso es algo que sólo los grandes pueden hacer, ya sea contra un McLaren o contra un Virgin Racing. Muchos otros en el pasado no pudieron adelantar a coches inferiores (véase Colulthard en 2001), pero Alonso fue subiendo pues a puesto, adelantamiento a adelantamiento. Hasta llegar al decimosexto lugar. El segundo coche de seguridad le remontó hasta el octavo puesto, gracias a que el español ya había parado a principio de la carrera, y el resto de los pilotos aún tenía que realizar sus respectivos cambios de ruedas. Cuando lo hicieron, sobre la vuelta veintitrés, Alonso subió al sexto puesto. Y aunque Michael Schumacher le adelantara ilegalmente en la última curva bajo el régimen del coche de seguridad, la FIA le devolvió el puesto que el español se merecía. Por su parte, Felipe Massa aprovechaba la ausencia de su compañero de equipo para tratar de llamar la atención de Maranello; pero su quinta posición sabía a poco para haber tenido una carrera sin prácticamente incidentes. Y eso que el brasileño se escapó sin una merecida penalización cuando cruzó la línea de salida de boxes (en la recta principal de meta) sin que nadie lo advirtiera: ni los comisarios, ni los rivales, ni el público. Pero sí, revisando los vídeos, podemos ver que el brasileño se incorpora a la carrera pisando clarísimamente la línea amarilla que delimita el carril de aceleración antes de llegar a Santa Devote. Nadie lo vio.

En cabeza, Mark Webber completó su doblete (Pole y victoria de principio a fin), que bien podía haber sido un contundente triplete si Sebastian Vettel no le hubiera arrebatado la vuelta rápida a siete vueltas de la bandera a cuadros. Aún así, nada impidió que el australiano se afianzara como el gran piloto aspirante a campeón del mundo. Bañándose en las lujosas piscinas del puerto de Mónaco, Mark creía que todos sus años en Fórmula 1 iban a tener por fin recompensa: era líder del mundial. Entonces no lo sabía, pero tenía el enemigo en casa.
Fernando Alonso: "Es difícil salir último en Mónaco. La estrategia funcionó bien y ha sido un domingo perfecto".
Turquía, Vettel se divorcia del público

La séptima Pole de Red Bull empezaba a mosquear al personal. Que si suspensiones inteligentes, que si alerones flexibles, que si ingenios ilegales… Mientras el conducto de aire empezaba a proliferar por todos los equipos punteros, nadie podía en la práctica igualar el potencial de los coches de Adrian Newey. Así que las suposiciones, los bulos, las envidias, las acusaciones y todo el ingenio posible en cuestión de inventos se vertió sobre el RB6. Y todo para tratar de justificar simplemente que Adrian Newey había diseñado poco menos que un avión. Igual que pasó el año anterior con Brawn GP y su doble difusor. Pero sobre la pista Webber lograba la tercera Pole consecutiva del año en el trazado turco, y estaba dispuesto a continuar la racha de Mónaco. No podía imaginar que quien iba a ponerse en su camino de forma contundente y más agresiva posible iba a ser su compañero de equipo. Éste sería, efectivamente, el principio del fin. El principio del fin de la amistad entre Vettel y Webber. El principio del fin entre la relación cordial de Webber y Red Bull.
En la salida, Hamilton logro emparejarse a Sebastian Vettel, regalándonos un bonito duelo que acabó ganando el de McLaren. Parte clave de la carrera pues, ante la autoeliminación de los RBR, el inglés de McLaren tomaría la alternativa gustosamente vueltas más tarde. Pero no nos anticipemos: Mark Webber, por su parte, se escapaba en cabeza y sin rivales hacia lo que parecía ser su confirmación como líder del mundial. Pero poco duraría tal espejismo.

Fernando Alonso, perdido en su terrible duodécima posición en la parrilla, poco pudo hacer. El español no pasó a la segunda tanda el sábado, y el domingo ni su Ferrari ni él mismo estuvieron a la altura. El octavo puesto final fue el inicio del declive de Ferrari antes del verano.

Pero si por algo se recordará esta carrera es por el accidente entre Sebastian Vettel y Mark Webber. Al inicio de la cuadragésima vuelta, Sebastian Vettel estaba muy cerca de Mark Webber. El adelantamiento sólo estaba en la mente del alemán, pero no en la del equipo ni en la del australiano. Webber había recibido instrucciones de ahorrar combustible. Se suponía que Vettel también, pero éste aprovechó para emparejarse en la recta más larga del trazado con una clara intención: colocarse primero. Al llegar a la frenada se echó encima de Webber, para disputarle la trazada, para obligarle a abrirse. Pero Webber no cedió y siguió recto sin achantarse. El impacto dejó a ambos Red Bull fuera de la pista, aunque Webber pudo continuar. El choque fue el inicio del divorcio entre Sebastian Vettel y los aficionados. Antes, el joven piloto alemán era muy considerado entre el respetable. Pero desde este incidente (donde fue declarado culpable por mayoría), Sebastian pasó a ser el villano. Y es que la maniobra fue consideraba absurda por varios motivos: echaba por tierra el trabajo de mucha gente, se produjo entre compañeros de equipo y ponía en serio peligro las aspiraciones para ganar ambos mundiales, aun teniendo el coche más perfectamente preparado para ello. El gesto de Vettel tras bajarse de su monoplaza (señalando que su compañero estaba loco) fue antideportivo, feo e inmaduro. Christian Horner no daba crédito a lo que veía en el muro de boxes por los monitores: "Hemos tirado veintiocho puntos a la basura", asegura. Horner leyó la cartilla a ambos: a Mark, por llevar a Vettel a la zona sucia; a Vettel, por echarse encima de Mark; a ambos, por chafar un doblete. La política de igualdad entre pilotos, reinante en Red Bull Racing y defendida hasta las últimas carreras de la temporada, parecía poner en peligro el objetivo común de todos sus trabajadores, como antaño le pasó a McLaren y su cuestionado patrón, Ron Dennis. Y precisamente en este equipo iba a producirse una repetición de la maniobra entre Vettel y Button pocas vueltas después: el equipo le pedía a Hamilton, primero, que ahorrara combustible. Lewis, receloso porque Button iba detrás de él a no mucha distancia, preguntó si Button trataría de adelantarle. La respuesta desde boxes fue clara: "No, Lewis. No". Pero era mentira: Button se emparejó con él a la mínima oportunidad y, durante una vuelta completa, ambos pilotos protagonizadotes un precioso y limpio duelo que acabó ganando Hamilton. El doblete de McLaren no podía, sin embargo, con la primera posición de Webber en el mundial. Pero todo el mundo sabía ya que en Red Bull no había dos compañero de equipo, sino dos acérrimos rivales.
Canadá, el regreso de Hamilton

Lewis Hamilton fue quien acabó con el monopolio de Red Bull en la clasificatoria. Logró la primera posición en la parrilla canadiense de Gilles Villeneuve. Mark Webber, segundo, sufrió una penalización por una avería en la caja de cambios. En la carrera, los Red Bull se mostraron combativos, aprovechando la estrategia de neumáticos. Fernando Alonso adelantó a Lewis Hamilton en los boxes, en una maniobra arriesgada de Hamilton, tratando de defender la posición como lo hizo en China con Vettel. En ambos casos, el inglés de McLaren salió perdiendo. A partir de la mitad de la carrera, la caja de cambios del Red Bull de Sebastian Vettel empezó a padecer problemas, y el alemán perdió la cabeza de la carrera. Hamilton le devolvió la pasada al español de Ferrari adelantándolo en la pista, aprovechando al Toro Rosso de Sebastien Buemi. Los neumáticos duros de Bridgestone fueron una incógnita todo el fin de semana, y en la carrera depararon grandes diferencias de rendimiento y estrategias. La primera posición de Mark Webber estaba seriamente amenaza precisamente por este elemento: sus neumáticos degradados. Lewis Hamilton no perdió la oportunidad y dio buena cuenta del RBR en la quincuagésima vuelta, en un bonito adelantamiento. Justo después, el equipo decidió cambiar los neumáticos del australiano, por lo que Alonso mantuvo sus opciones de podio. Y pudo ser segundo, pero los coches lentos le volvieron a jugar una mala pasada al español: cuando intentaba doblar a Chandhok, Jenson Button se le coló como una hábil serpiente escurridiza. McLaren conseguía así su tercer doblete de la temporada, el segundo consecutivo repitiendo las posiciones de Turquía: Hamilton, primero; Button, segundo. Lewis se hacía con el liderazgo provisional del mundial con el Gran Premio de Europa en el horizonte. Mientras Ecclestone se deshacía en halagos hacia Vettel, Webber trataba de no perder la calma: "Lo de Turquía está superado", aseguraba. Pero no sabía que iban a llegar episodios más controvertidos.
Valencia, la vergüenza de Whiting

El trazado urbano de Valencia, en España, acogió el Gran Premio de Europa con un mundial muy apretado. Tres escuderías luchaban con algún piloto por las primeras posiciones: McLaren, Red Bull y Ferrari. El mundial había sufrido cambios constantes de líderes casi en cada carrera, y nadie se atrevía apostar claramente por nadie. Y precisamente quien sería campeón mundial a final del año, Sebastian Vettel, aún no sabía lo que era ser líder provisional del mundial. Y, de hecho, nunca lo supo hasta ser efectivamente campeón. En Valencia lo intentaba regresando a la primera posición de la parrilla de salida, un lugar acostumbrado a acoger a los Red Bull. En la arrancada, el doblete de RBR se esfumó con una magistral salida de Lewis Hamilton, que adelantó a Mark Webber y a punto estuvo de sobrepasar también a Vettel. Pero no lo logró, e incluso le tocó en la primera frenada. Afortunadamente ninguno de los dos pilotos perdió el control y pudieron continuar, porque de haberse cruzado en la pista habrían provocado un colapso memorable, con todo el pelotón llegando a fondo al cerrado vértice rodeado de muros de neumáticos. Fernando Alonso se defendía de Felipe Massa con una maniobra decidida y defensiva a toda velocidad, que pronto se transformó en un ataque que le llevó directamente a emparejarse con Mark Webber, a quien adelantó sin problemas. Webber se diluyó en la primera vuelta, perdiendo tres posiciones (Alonso, Massa y Kubica). En la siguiente vuelta se confirmaría la desconcentración de Webber, que cayó hasta la novena plaza (había perdido siete plazas en dos vueltas). El equipo decidió llamarlo a boxes para cambiar los neumáticos, pero los problemas no hicieron más que multiplicarse, pues la rueda delantera izquierda se negó a salir. Al regresar a la pista, el australiano tuvo que verse las caras con coches lentos que luchaban por posición y que aún no había parado. Y cuando alcanzó a Kovalainen se produjo el desastre: como si una repetición del terrible accidente de Kral en la GP2 se tratara, el Red Bull RB6 de Webber salió literalmente volando al impactar contra la parte trasera del Jaguar de Kovalainen. Mark estaba activando su conducto de aire cuando alcanzó al coche verde. Intentó sobrepasarlo por un lado y por otro, pero el finlandés le cerró ambas puertas. Heikki confesó que había frenado antes de tiempo, para tratar de proteger el interior de la curva, y quizá eso fue lo que desconcertó al australiano. Webber no pudo detener su coche a tiempo, y cuando se dio cuenta ya estaba boca abajo en el aire. El bólido chocó contra el Jaguar. El morro del Red Bull se elevó y, a consecuencia de la velocidad y la aerodinámica del fondo plano del coche, se elevó en el aire. En pleno vuelo chocó contra el cartel publicitario suspendido en el vértice y cayó boca abajo. Afortunadamente, el arco de seguridad funcionó perfectamente y el habitáculo preservó intacto el cuerpo de Webber. La amplísima escapatoria permitió que el impacto no fuera aún mayor, por lo que aquel día Webber, aunque tuvo que abandonar la carrera, tenía motivos de sobra para estar contento.

El accidente de Webber fue el desencadenante de uno de los episodios más vergonzosos de esta temporada: el coche de seguridad salió a la pista cuando Vettel, Hamilton y Alonso pasaban por la línea de meta, por lo que no pudieron entrar a cambiar de neumáticos a tiempo. El resto del pelotón sí entró. Vettel consiguió pasar por meta antes que el coche de seguridad, pero Hamilton, aposta o no (sólo podemos suponerlo, porque él siempre niega cualquier malicia en sus actos) frenó al llegar a la altura del coche de seguridad, cuando éste se incorporaba a la pista por el carril de aceleración, para tratar de salir por delante de él y dejar a Alonso detrás. Pero no calculó bien, y tuvo que adelantarlo. Hamilton aceleró sin pensarlo y completó la vuelta entera a buen ritmo hasta entrar a boxes, mientras que Alonso perdió un mundo detrás del lento ritmo del Mercedes SLS AMG. Cuando finalmente paró, Alonso se reincorporó a la carrera en la undécima posición. Mientras tanto, Hamilton era segundo: una posición sólo posible al adelantar al coche de seguridad sin autorización, una de las maniobras más claramente prohibidas del reglamento. Pero, aún así, los comisarios no se percataron hasta demasiadas vueltas después. Y no sólo eso: muchos pilotos obviaron el coche de seguridad y siguieron rodando a ritmo de carrera, aprovechando la pista libre ganada respecto al coche de seguridad. Pero los comisarios no vieron nada de nada, nada extraño, pese a los sensores, los detectores, los monitores, las cámaras, los ayudantes, los comisarios, los cronómetros, los helicópteros… Sólo veinte vueltas más tarde se le ordenó la sanción correspondiente a Hamilton. Pero para entonces el inglés había logrado una diferencia tal que pudo cumplirla sin sufrir ninguna pérdida de posición. El lamentable trabajo de la Federación en general le llevó a Alonso a calificar de “manipulada” la carrera en su casa. Y no fue para menos. Fernando pudo haber subido al podio, pero llegó octavo. La incredulidad de todo el mundo se reflejó perfectamente en la comunicación por radio de Fernando Alonso tras la penalización de Hamilton, cuando el español preguntó en qué posición estaba Hamilton y en cuál estaba tras el paso por boxes. La respuesta desde el box de Ferrari parecía un chiste: “ERA segundo y ahora ES segundo. Como sin penalización. Pero no importa ahora; consigamos todos los puntos que podamos.” La necesidad de replantear la norma del coche de seguridad volvió a la palestra.
Fernando Alonso: "Lo siento por el público".
Gran Bretaña, puñetazo de Webber

El renovado trazado inglés de Silverstone veía la enésima Pole de Red Bull, con Vettel primero y Webber segundo. La lucha entre ambos compañeros de equipo ya no sorprendía a nadie, y desde la misma arrancada estuvo claro que la rabia de Webber se iba a materializar sobre la pista: Red Bull le había entregado el alerón rediseñado de Mark a Sebastian en la clasificatoria, y muchos vieron en esta maniobra una clara e injusta apuesta de la escudería de Christian Horner hacia el joven protegido de Helmut Marko. Pero el equipo intentó defender a capa y espada la igualdad entre sus pilotos, justificando que la maniobra era legítima alegando que Vettel estaba mejor clasificado en el mundial que su compañero de equipo. Sea como fuera, Webber adelantó a Vettel en plena arrancada, y un pinchazo en el RB6 de Sebastian al tocarse con Hamilton acabó por hipotecar su carrera. Mark se vengó de su propio equipo ganando la prueba de principio a fin. Su famosa frase ("No está nada mal para ser el segundo piloto") quedó para la posteridad, igual que la de Fernando Alonso ("No quiero saber nada más de la radio") tras ser penalizado por adelantar saltándose una chicane a Vitaly Petrov. Los relámpagos y truenos se habían desatado en Red Bull; Webber había lanzado un claro mensaje a su propio equipo en un momento que sabía iba a ser escuchado por millones de aficionados en todo el mundo. Quizá hacían Poles y ganaban carreras, pero en Red Bull había muchos problemas que arreglar aparte de la fiabilidad de sus monoplazas: la de sus pilotos.

Próximo capítulo:
Recordaremos las polémicas órdenes de equipo de Ferrari en Alemania, la penalización de Vettel en Hungría, el choque entre Vettel y Button en Bélgica, la preciosa victoria de Alonso en Italia, el declive de Hamilton en Singapur, el fantástico espectáculo de Kobayashi en Japón, el caos del primer Gran Premio de Corea, el triunfo al alcance de la mano de Alonso en Brasil y el desenlace final en Abu Dabi.

Redacción - Héctor Campos - Infomotor Network, SL
 
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