silan7
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La afición define a Pep como «el que orina colonia» por ese exceso de deportividad que suena a falsa. Su mensaje eterno, «la Liga es imposible», les suena surrealista
Cristiano se echa las manos a la cabeza por el pisotón de Tino Costa, que no fue pitado y habría significado la roja
Aitor Karanka se muerde la lengua y decide no contestar. Pep Guardiola mantiene su mensaje aunque el Barcelona haya reducido la ventaja de diez a cuatro puntos: «La Liga es imposible». Es un ardid psicológico dirigido a su plantilla. Lo que quiere decir es que el título estaba perdido hace un mes y el Barça tiene que ganar todos los partidos y esperar que el Real Madrid siga fallando. Quita presión a sus jugadores. Pero en la casa blanca ya sonríen para no espetarle lo que piensan. «Su hipocresía ya traspasa lo natural y resulta surrealista», dicen los aficionados más veteranos, que han vivido muchas situaciones como esta.
Los seguidores madridistas lo exponen con claridad: «Miente más que habla, dice unas cosas que no se las cree ni él». El madridismo le define como «el que mea colonia» porque el entrenador azulgrana quiere dar siempre una imagen pública de deportividad y elegancia que se antoja excesiva y que contrasta con los hechos. A escala interna ha criticado ciertos arbitrajes. Y no hizo callar a Piqué cuando puso bajo sospecha a los colegiados. Sus diálogos con el juez de línea de Pamplona no eran tan deportivos. Ni su mal gesto de no dar un balón a Cristiano Ronaldo en un clásico. «Cuando las cosas no marchan tan bien surge el verdadero Pep», opinan los incondicionales del conjunto blanco.
El Madrid no pierde ni un minuto más en este litigio dialéctico y se centra en vencer en el Calderón. Los hombres de José Mourinho necesitan esa victoria para reafirmar su liderato. Piensan que si ganan en el Manzanares responderán bien en los demás partidos. Es un derbi de autoafirmación. Y el líder recuerda que ha jugado mejor fuera que en el Bernabéu. Ha perdido siete puntos en casa (tres con el Barcelona, dos con el Málaga y con el Valencia) y otros siete a domicilio: derrota ante el Levante y empates en Santander y Villarreal.
Cristiano se echa las manos a la cabeza por el pisotón de Tino Costa, que no fue pitado y habría significado la roja
Aitor Karanka se muerde la lengua y decide no contestar. Pep Guardiola mantiene su mensaje aunque el Barcelona haya reducido la ventaja de diez a cuatro puntos: «La Liga es imposible». Es un ardid psicológico dirigido a su plantilla. Lo que quiere decir es que el título estaba perdido hace un mes y el Barça tiene que ganar todos los partidos y esperar que el Real Madrid siga fallando. Quita presión a sus jugadores. Pero en la casa blanca ya sonríen para no espetarle lo que piensan. «Su hipocresía ya traspasa lo natural y resulta surrealista», dicen los aficionados más veteranos, que han vivido muchas situaciones como esta.
Los seguidores madridistas lo exponen con claridad: «Miente más que habla, dice unas cosas que no se las cree ni él». El madridismo le define como «el que mea colonia» porque el entrenador azulgrana quiere dar siempre una imagen pública de deportividad y elegancia que se antoja excesiva y que contrasta con los hechos. A escala interna ha criticado ciertos arbitrajes. Y no hizo callar a Piqué cuando puso bajo sospecha a los colegiados. Sus diálogos con el juez de línea de Pamplona no eran tan deportivos. Ni su mal gesto de no dar un balón a Cristiano Ronaldo en un clásico. «Cuando las cosas no marchan tan bien surge el verdadero Pep», opinan los incondicionales del conjunto blanco.
El Madrid no pierde ni un minuto más en este litigio dialéctico y se centra en vencer en el Calderón. Los hombres de José Mourinho necesitan esa victoria para reafirmar su liderato. Piensan que si ganan en el Manzanares responderán bien en los demás partidos. Es un derbi de autoafirmación. Y el líder recuerda que ha jugado mejor fuera que en el Bernabéu. Ha perdido siete puntos en casa (tres con el Barcelona, dos con el Málaga y con el Valencia) y otros siete a domicilio: derrota ante el Levante y empates en Santander y Villarreal.
