franktinez
MATANDO PIOJOS
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REFLEXION
Un mendigo sucio y desaliñado llego a la plaza de cualquier pueblo (incluso el vuestro). El mendigo, casi desfallecido, cruzó el pueblo de punta a punta colgando a sus debiles espaldas una olla, y llegó al final, donde hay un lavadero público.
Ante la atenta mirada de casi todo el pueblo, bajo la olla de sus espaldas y haciendo una pequeña hoguera con sarmientos la coloco en el fuego, calzada en unas simples piedras.
La lleno de agua del mismo lavadero y las gentes que estaban observandolo se rieron de él diciendo:
-¿que estas haciendo viejo loco?
- ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
-¿Una sopa de piedras?; no hay duda de que estás loco.
El mendigo cogio en su mano la piedra mas redonda que vio, la limpio bien en el lavadero y la introdujo en la olla.
Pero había unos chicos que estaban observandolo y se acercaron al mendigo
"Viejo loco, ¿Te podemos ayudar?", le dijeron.
-¡Claro que sí! Necesito un poco de sal.
Uno de los chicos corrio a su casa y le trajo sal y el mendigo la echo al puchero.
El mendigo probo la sopa y dijo:
"Mmmm... ¡Qué rica!, pero le falta un poco de tomate".
Otro de los chicos fue a buscar unos tomates y los trajo enseguida.
El mendigo volvio a probar y dijo que unas patatitas no le irian mal a la sopa de piedra.
En un momento los chicos fueron trayendo cosas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó; el mendigo removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
Mmmm... es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida.
Mirando a la gente del pueblo, que no daba credibilidad a lo que estaba haciendo el mendigo, les dijo:
¡Venid, venid; el que quiera que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡traeros platos y cucharas!"
El mendigo repartió la sopa.
Hubo comida para todos los del pueblo que, avergonzados, reconocieron que si bien era verdad que se reian del viejo loco, este les dio una leccion de humildad y les enseño que cuando todos nos unimos por una causa; juntos podemos conseguir todo para todos.
Una vez terminado el mendigo recogio del fondo del puchero la piedra, la lavo bien lavada y la metio al zurron, al que uno de los asistentes le comento que para que la queria, y el mendigo le dijo solamente:
-Pues por si tengo que volver a usarla otro día. ¡Dios los guarde, loner@s!
Un mendigo sucio y desaliñado llego a la plaza de cualquier pueblo (incluso el vuestro). El mendigo, casi desfallecido, cruzó el pueblo de punta a punta colgando a sus debiles espaldas una olla, y llegó al final, donde hay un lavadero público.
Ante la atenta mirada de casi todo el pueblo, bajo la olla de sus espaldas y haciendo una pequeña hoguera con sarmientos la coloco en el fuego, calzada en unas simples piedras.
La lleno de agua del mismo lavadero y las gentes que estaban observandolo se rieron de él diciendo:
-¿que estas haciendo viejo loco?
- ¿No habéis probado nunca la sopa de piedras que hago?
-¿Una sopa de piedras?; no hay duda de que estás loco.
El mendigo cogio en su mano la piedra mas redonda que vio, la limpio bien en el lavadero y la introdujo en la olla.
Pero había unos chicos que estaban observandolo y se acercaron al mendigo
"Viejo loco, ¿Te podemos ayudar?", le dijeron.
-¡Claro que sí! Necesito un poco de sal.
Uno de los chicos corrio a su casa y le trajo sal y el mendigo la echo al puchero.
El mendigo probo la sopa y dijo:
"Mmmm... ¡Qué rica!, pero le falta un poco de tomate".
Otro de los chicos fue a buscar unos tomates y los trajo enseguida.
El mendigo volvio a probar y dijo que unas patatitas no le irian mal a la sopa de piedra.
En un momento los chicos fueron trayendo cosas: patatas, lechuga, arroz y hasta un trozo de pollo.
La olla se llenó; el mendigo removió una y otra vez la sopa hasta que de nuevo la probó y dijo:
Mmmm... es la mejor sopa de piedras que he hecho en toda mi vida.
Mirando a la gente del pueblo, que no daba credibilidad a lo que estaba haciendo el mendigo, les dijo:
¡Venid, venid; el que quiera que venga a comer! ¡Hay para todos! ¡traeros platos y cucharas!"
El mendigo repartió la sopa.
Hubo comida para todos los del pueblo que, avergonzados, reconocieron que si bien era verdad que se reian del viejo loco, este les dio una leccion de humildad y les enseño que cuando todos nos unimos por una causa; juntos podemos conseguir todo para todos.
Una vez terminado el mendigo recogio del fondo del puchero la piedra, la lavo bien lavada y la metio al zurron, al que uno de los asistentes le comento que para que la queria, y el mendigo le dijo solamente:
-Pues por si tengo que volver a usarla otro día. ¡Dios los guarde, loner@s!
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